martes, 8 de febrero de 2011

LEYENDAS URBANAS

Una misma leyenda urbana puede llegar a tener infinidad de versiones, situadas generalmente en el entorno de aquellos que las narran y reciben. Por su adecuación a la sociedad industrial y al mundo moderno reciben el calificativo de «urbanas», que las opone a aquellas leyendas que, habiendo sido objeto de creencia en el pasado, han perdido su vigencia y se identifican con épocas pasadas. A menudo, el narrador afirma que los protagonistas de la leyenda urbana fueron conocidos o parientes de alguna persona cercana. Por este motivo, en inglés se las conoce también como FOAF (friend of a friend tales: ‘historias del amigo de un amigo.
Para que una historia ficticia se convierta en leyenda urbana es preciso que se difunda de forma espontánea como verdadera y que la información alcance cierto reconocimiento popular.
El rasgo más importante de las leyendas urbanas es su carácter internacional. La historia del buzo que es recogido accidentalmente por una avioneta contra incendios y la cual lo deja caer sobre el fuego causando su muerte, se cuenta con mínimas variaciones en su estructura en distintos lugares de Norteamérica, Europa y Australia, por citar sólo algunos sitios por donde circula esta leyenda.
La leyenda urbana puede inspirarse en cualquier fuente, pero incluye a menudo un elemento misterioso, incomprensible o chocante. Rara vez resulta posible localizar el origen preciso de una leyenda urbana. Cuando el investigador se enfrenta a una de ellas, se encuentra con varios relatos extendidos por distintas zonas, construidos a partir de un mismo esquema, pero adornados con detalles muy variados en función de su localización.
Las leyendas urbanas tienen una estructura más compleja (planteamiento, nudo y desenlace) que los chismes, rumores y bulos. No pretenden, como éstos, desacreditar a una persona en concreto, sino que abordan una "problemática" que afecta a muchas personas. Generalmente cuentan historias que nos alertan sobre posibles peligros que nos pueden acechar en nuestra vida diaria. De modo que la trama está urdida en función del desenlace, en el que a menudo se concentra el mensaje o moraleja, tal como sucede en las fábulas o cuento de hadas.

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